Cómo corregir una novela: pasos, herramientas y consejos

¿Por qué etapas pasa la corrección de una novela? ¿Qué tipo de modificaciones se realizan en cada una de ellas? ¿Cuándo se considera que el manuscrito está listo para ser enviado a las editoriales? Aunque cada escritor tiene un modo de corregir, existen algunas recomendaciones y herramientas que nos ayudarán durante el proceso.

Ramón González — 25 abril, 2024

Corrección de novela en word
Corrección de novela en word

La escritura de una novela es un proceso que necesita tiempo, paciencia, trabajo y perseverancia —además de muchas otras cosas que sería demasiado largo enumerar aquí—. El que alguna vez haya intentado escribir algo mínimamente estimable sabe bien que tener un primer borrador acabado no significa que la obra ya esté lista para ser enviada a las editoriales. Es cierto que cada escritor tiene una manera diferente de trabajar y que hay autores que son capaces de escribir primeras versiones de gran calidad que después no necesitarán grandes correcciones. Sin embargo, no suele ser la regla general —salvo en el caso de escritores muy dotados, que están en estado de gracia o que escriben con lentitud y teniendo muy claro de principio a fin lo que quieren hacer.

Para mí, el primer borrador de una novela es como el metal precioso en bruto del que dispone un orfebre: si desea convertirlo en un objeto artístico tendrá que labrarlo, tallarlo, darle forma, pulirlo... Del mismo modo, el autor que aspira a escribir una buena obra —y a publicarla en una buena editorial— deberá reescribir, rehacer, reestructurar, cortar, añadir, embellecer… Es decir, deberá aplicarle a su borrador un proceso de corrección, proceso que en realidad forma parte del de escritura, pues en literatura escribir incluye también corregir.

¿Qué etapas tiene la corrección de una novela?

Como ya hemos dicho anteriormente, cada escritor tiene su modo de trabajar, y esto se aplica tanto a la escritura del primer borrador como al posterior proceso de corrección. No obstante, existen algunas consideraciones que conviene tener en cuenta a la hora de corregir. Son las siguientes:

1. Se debe corregir el fondo antes que la forma.

No tiene demasiado sentido que nos pongamos a pulir la forma —buscar sinónimos, eliminar cacofonías, corregir la sintaxis y la ortografía…— si todavía no está bien cerrada la historia, si le falta o le sobra algo, o si no estamos seguros de alguna parte. Así, las primeras correcciones estarán destinadas a cerrar el contenido, independientemente de que este esté mejor o peor escrito. ¿Para qué pasar tiempo corrigiendo la fluidez o el léxico de un párrafo si quizá lo eliminemos después? Podemos, claro está, tomar notas al respecto, pero no debemos distraernos de nuestro primer objetivo: completar y concluir la novela desde el punto de vista de su fondo o contenido —la historia, los personajes, la estructura…

2. Entre corrección y corrección conviene tomarse un descanso.

Uno de los problemas a los que se suele enfrentar el escritor a la hora de corregir es a la pérdida de perspectiva: como trabaja en su propio texto, le cuesta mucho valorarlo con distancia y objetividad. Por ello, cada vez que se termina una corrección conviene separarse de la novela —y tratar de olvidarla— durante un tiempo. Los plazos que necesita cada escritor son diferentes. El descanso puede ser de un par de semanas, de un mes, de varios meses… Lo importante es que cuando afrontemos la próxima corrección podamos ver la obra con ojos nuevos, como si no fuera nuestra.

3. La corrección de la forma es también muy importante.

Sería una lástima que una buena novela con una buena trama y unos buenos personajes se echara a perder por una mala forma, por un estilo inapropiado o por las faltas de ortografía. Si nuestra novela no está bien escrita, causará una mala impresión y lo más probable es que sea rechazada, de modo que el escritor debe tomarse muy en serio la corrección de la forma. Es cierto que el proceso puede resultar largo, fastidioso y aburrido, pero, nos guste o no, hay que pasar por él.

Hoy en día, con los procesadores de texto modernos, las correcciones de forma son menos desagradables. Es relativamente fácil, por ejemplo, corregir los errores de ortografía o detectar las redundancias o la excesiva utilización de verbos terminados en -mente; de igual modo, tenemos a nuestra disposición excelentes diccionarios de sinónimos. Por lo tanto, es cuestión de mentalizarse y de ser disciplinado y constante. Con todo, si corregir la forma no es lo nuestro o si no tenemos el tiempo o la energía suficientes para hacerlo, está la posibilidad de solicitar una corrección ortotipográfica a un profesional. De ese modo, el manuscrito quedará sin faltas, limpio y uniforme, y aumentaremos las posibilidades de que sea aceptado por las editoriales.

4. Las opiniones externas nos ayudarán mucho.

Para el problema ya evocado de la pérdida de perspectiva, las opiniones externas pueden ser una solución. Si tenemos un amigo que consideramos un buen lector, su punto de vista —a poder ser lo más crítico posible— puede ayudarnos a ver ciertas cosas que nosotros hayamos pasado por alto. Así, cuantos más amigos-lectores de confianza tengamos en nuestro entorno, mejor.

Pero si no es el caso, o si deseamos recibir la opinión de alguien que no nos conozca, siempre podemos, por qué no, encargar a un profesional un informe de lectura para que evalúe nuestro manuscrito y así obtener una valoración literaria y comercial que nos oriente. Normalmente, el informe de lectura suele solicitarse en una fase avanzada de la corrección, cuando consideramos que nuestro manuscrito está casi listo para ser enviado a las editoriales. Pero también puede solicitarse antes, en fases previas, en caso de tener dudas o de necesitar consejos para cerrar ciertos elementos de la novela.

5. Cuando el grado de mejora es ya muy pequeño y seguir corrigiendo nos satura, quizá haya llegado el momento de dar la novela por concluida.

La gran pregunta del proceso de corrección es: ¿está ya la novela acabada y lista para ser enviada a las editoriales? Es difícil saber cuándo debemos dar por terminada nuestra obra, pues siempre existirá la posibilidad de mejorarla. Sin embargo, conviene no obsesionarse con la corrección, pues si somos extremadamente perfeccionistas corremos el riesgo de alargar el proceso en vano.

Es sabido que cuanto mayor es el nivel de calidad que nuestro manuscrito alcanza, más tiempo deberemos emplear para lograr nuevas mejoras significativas; y como el tiempo es un bien escaso y muy preciado, en un momento dado deberemos asumir que la perfección no existe y que nuestra obra está lista. Además, continuar insistiendo puede en ocasiones ser contraproducente: si nos obsesionamos, podríamos comenzar a empeorar nuestro manuscrito.

Normalmente, el escritor experimentado sabe detectar cuándo debe dar por finalizada la corrección, pero al escritor novel le suele resultar más complicado. Una señal que puede avisarnos de que ha llegado el momento de concluir es cuando empezamos a sentirnos por completo saturados de nuestra propia obra —hasta el extremo de producirnos incluso rechazo— y nos cuesta horrores dedicarle más tiempo. Llegados a ese punto, si sentimos que ya hemos dado todo lo que teníamos que dar, lo mejor es considerarla terminada.

A partir de ese momento, nuestra novela pasará a pertenecer a los editores, que decidirán si la publican… Después, con suerte, pertenecerá a los lectores.