Cómo publicar un libro: consejos y precauciones

Tras poner el punto y final a nuestra obra comienza una fase, la de tratar de publicar, que puede ser más ardua que la del propio proceso de escritura. En este artículo daré algunas recomendaciones que pueden ayudar a conseguirlo (o al menos a no desesperar en el intento).

Ramón González — 17 febrero, 2025

Muchos libros
Muchos libros

La escritura de un libro es un proceso que suele durar años, unos años durante los cuales el escritor, día tras día, en la soledad de su cuarto, se entrega en cuerpo y alma a una obra que para él resulta vital pero que, por lo general, nadie le ha pedido. De este decalaje, enorme si no abismal, nace el sentimiento de frustración, incomprensión e incluso injusticia que experimenta el escritor cuando encuentra dificultades para publicar. El escritor, que ha soñado en infinidad de ocasiones con ver publicada y alabada su obra, se encuentra con la fría indiferencia del mundo editorial y literario. Este desajuste siempre me ha recordado al modo en que Camus definía el absurdo: el hombre le pide un sentido al universo, pero este, indiferente, guarda silencio.

La realidad hoy, para los que deseen ver su libro publicado en una verdadera editorial —dejo afuera a las que proponen la autopublicación—, es que resulta extremadamente complicado lograrlo. Basta con mirar los sitios webs de las editoriales, donde cada vez más nos encontramos con el frustrante mensaje de que no se aceptan manuscritos no solicitados. «En realidad —me dijo una vez un amigo que conoce muy bien el mundo editorial—, el trabajo de los editores no consiste en corregir y publicar, sino en huir de los manuscritos no solicitados».

Bromas aparte, la pregunta que debemos hacernos es por qué resulta tan difícil publicar. Los motivos son varios, pero como no es mi propósito extenderme más de lo necesario aquí, abreviaré diciendo que la causa principal es que el mercado está muy saturado. En España, por ejemplo, se publican al día unos 250 nuevos libros, lo que supone un total de 90.000 obras al año. Si a eso sumamos las reediciones y la vigencia de los clásicos y de numerosos libros del pasado, estamos ante una oferta casi infinita. Por otra parte, en los últimos años la venta de libros se viene manteniendo más o menos estable, y, al mismo tiempo, cada vez más gente escribe y aspira a publicar… Parece claro que algo no encaja.

En este contexto, no es de extrañar que el número de editoriales que proponen la autopublicación haya aumentado tanto. Cuando alguien me pide consejo al respecto, lo primero que le pregunto es por su objetivo, por lo que busca al publicar. Si lo que quiere es que su entorno más cercano lea su libro en un formato más o menos decente, es una opción a tener en cuenta. Pero si lo que quiere es ver su libro en librerías, llegar a un público mayor y ser tenido en cuenta por el mundo literario, la autopublicación no nos ayudará a conseguir esto. Porque, a pesar de las promesas de promoción, visibilidad y ventas, la realidad muestra que los libros autopublicados, salvo escasísimas excepciones, no tienen ningún recorrido, de modo que solo conseguiremos gastarnos el dinero, crearnos falsas ilusiones y, a la postre, sentirnos desilusionados. Además, debemos tener mucho cuidado, pues algunas de las editoriales que proponen la autopublicación se aprovechan de la inocencia y la ilusión de los escritores noveles y, con falsas alabanzas y promesas engañosas de éxito, terminan pidiendo unas cantidades de dinero desorbitadas.

¿Qué hacer, entonces? ¿Cómo publicar? 

A pesar de todo, no debemos perder la esperanza, pues hay posibilidades de ser publicado, no es imposible. A continuación, daré algunos consejos para aquellos que deseen intentar publicar en editoriales serias (las que pagan, no las que cobran).

1. Envía tu manuscrito solo cuando ya no puedas mejorarlo más. Es decir, asegúrate de que su fondo y su forma estén corregidos y bien pulidos; cuida también el formato y la presentación. Recuerda: solo tienes una oportunidad. Un editor no leerá dos veces tu manuscrito, de modo que debes asegurarte de que le envías algo de calidad. Sería una lástima que, por las prisas, por el deseo de ser publicado cuanto antes, entregaras algo que aún puede ser mejorado.

Para asegurarte de que tu manuscrito es entregable, dáselo a leer a amigos y a personas de tu entorno que sean buenos lectores, y pídeles que sean sinceros y críticos. De nada sirven las valoraciones de parejas y madres del tipo «me gusta mucho» o «está muy bien». Recomiendo, asimismo, que des a leer tu obra a alguien que no te conoce, para de ese modo tener una opinión totalmente honesta. Lo mejor es que un profesional realice un informe de lectura de tu obra, pues así obtendrás una valoración literaria y comercial que se acercará mucho a la que podría realizar un editor.

2. Evita enviar tu manuscrito de manera indiscriminada e impersonal. Todos lo hemos hecho alguna vez: copiamos el correo electrónico de decenas de editoriales, adjuntamos nuestro manuscrito y les enviamos a todas el mismo mail. Resultado: silencio; y bien merecido, pues es por este tipo de prácticas que la mayoría de las editoriales han decidido escribir en sus sitios web la profiláctica frase: «No aceptamos manuscritos no solicitados».

3. Busca las editoriales en las que podría encajar tu obra. Te recomiendo que primero selecciones las editoriales que sí aceptan manuscritos, y que después, una vez que tengas una lista, reflexiones sobre en cuáles de ellas podría encajar tu libro. Existen editoriales especializadas en un género o en un tipo de literatura concreta, y de nada sirve enviarles el manuscrito si no tiene nada que ver con lo que publican. Una vez que tengas las editoriales susceptibles de aceptar tu obra, ve más allá e infórmate bien de sus catálogos, del tipo de colecciones que tienen, de los autores que han publicado últimamente… Esta información podrás utilizarla en la propuesta editorial que les enviarás, demostrando así que tu interés en publicar con ellos está fundado.

4. Envía una propuesta editorial. Una vez que has encontrado las editoriales en las que podría encajar tu obra, ha llegado el momento de enviarles una propuesta editorial. El contenido y el formato de la propuesta dependerá de lo que la editorial especifique en su sitio web. Algunas editoriales solicitan el manuscrito entero, mientras que otras prefieren recibir solo las primeras treinta o cuarenta páginas. Del mismo modo, aunque la mayoría aceptan el envío por mail, las hay que siguen prefiriendo el envío postal con el manuscrito en papel. Ten en cuenta, por lo tanto, que para cada editorial deberás enviar exactamente lo que te piden, ni más ni menos. Esto se aplica también al formato de la obra: en caso de que especifiquen uno en concreto, ajústate a él.

En la propuesta editorial también se suele incluir una breve sinopsis de la obra y una biografía del autor (o al menos los datos personales). Si has publicado otros libros o ganado algún concurso literario, el hecho de incluirlo como información ayudará. Eso sí, es muy importante que no mientas, que no exageres y que no intentes hacerte el gracioso o el interesante. Lo mejor es que te presentes y presentes tu obra de manera clara, natural y sencilla.

5. No infravalores alternativas como el envío a agencias y a concursos literarios. Es muy probable que las editoriales, saturadas de trabajo como están, no nos hagan mucho caso. La buena noticia es que hay alternativas. La primera de ellas, y la más importante, es enviar nuestro manuscrito a las agencias literarias. Los agentes funcionan como intermediarios entre los autores y las editoriales, y si aceptan representarte significa que han visto potencial en tu obra, pues van a ayudarte a encontrar un editor sin cobrar nada por ello —solo cobrarán después, si logran colocar tu obra en una editorial—. Si la figura de los agentes es tan importante se debe a que, en general, a ellos los editores sí les hacen caso. Esto es así porque consideran que el agente ya representa un primer filtro fiable; es decir, estiman que si el agente en cuestión ha decidido apostar por una obra esta debe tener algún valor.

Una segunda alternativa es la participación en concursos literarios, ya que, más allá del dinero que se pueda ganar, el verdadero premio suele ser la publicación. Así, los concursos organizados por editoriales son los más interesantes, pues incluso si nuestra obra no ganase podría ocurrir que llamara la atención del jurado para una posterior publicación.

Conclusión

Como consecuencia de la saturación del mercado literario cada vez resulta más difícil ser publicado, pero no debemos desesperar, pues podemos lograr nuestro objetivo a través de alternativas como las agencias y los concursos literarios. Con todo, nuestra más grande esperanza estará siempre en nuestra obra, y es a ella a la que debemos dedicarle todo nuestro esfuerzo. Cuando alguien me pregunta sobre la posibilidad de publicar, siempre respondo lo mismo, y lo pienso de verás: si una obra es buena —tiene calidad narrativa, trata unos temas interesantes, está contada con una voz sugerente…—, terminará por ser publicada. Por ello, la verdadera lucha del escritor no es con las editoriales ni con el mercado literario, sino consigo mismo y con su obra, con la capacidad que tenga para mejorarla. Por lo tanto, la única preocupación de un escritor, su obsesión mayor, no debe ser otra que la de tratar de escribir bien: si lo logra, la publicación llegará tarde o temprano.