Mostrar, no contar: claves para escribir descripciones atractivas en tu novela

Al escribir una novela, es fundamental describir con eficacia y originalidad las situaciones, lugares y personajes que en ella aparecen. En este artículo, hablaré de la famosa regla de 'mostrar, no contar' y ofreceré algunas claves y consejos para que tus descripciones sean más visuales y causen un mayor impacto en el lector.

Ramón González — 28 febrero, 2025

Arcimboldo retrato Vertumno
Arcimboldo retrato Vertumno

Hace un tiempo, en este mismo blog, escribí un artículo titulado Cómo escribir una novela. En él hablaba, entre otras cosas, de lo importante que es describir de manera plástica, es decir, creando en la mente del lector imágenes que sean claras y a la vez potentes, imágenes que tengan un fuerte impacto y resulten imborrables.

Este aspecto de la narración, el de las descripciones, me parece uno de los más importantes a la hora de escribir una novela, pero en aquel artículo no le dedicaba más que unas líneas. Por este motivo, me he decidido a escribir ahora un nuevo artículo que estará destinado exclusivamente a la descripción. En él voy a dar algunos consejos para conseguir que los personajes, paisajes, ambientes y demás realidades que aparecen en nuestra historia marquen verdaderamente al lector.

¿Cómo escribir descripciones que resulten atractivas e inolvidables?

Según la RAE, describir significa «representar o detallar el aspecto de alguien o algo por medio del lenguaje». Si nos centramos exclusivamente en el lenguaje escrito, la única herramienta con la que cuenta el escritor para describir son las palabras (no puede ayudarse, por ejemplo, de la gesticulación, algo a lo que sí podemos recurrir en una conversación presencial). Por ello, el escritor debe ser capaz de crear imágenes en la mente del lector solo a través del encanto de las palabras, de ahí que deba elegirlas adecuadamente. La pregunta, entonces, es: ¿Qué palabras debemos elegir? ¿Cómo hacer para que nuestras descripciones funcionen?

La clave: mostrar, no contar

En esencia, de lo que se trata es de que seamos concretos y no abstractos; es decir, tenemos que evitar lo general y priorizar los detalles que el lector pueda ver en su mente con imágenes. En eso consiste básicamente el famoso «mostrar, no contar» (show, don't tell, que dicen los anglosajones), una técnica narrativa que es fundamental en escritura creativa. (Ojo, en este artículo estoy hablando únicamente de las descripciones. La técnica de contar, es decir, de transmitir la información de un modo más directo, rápido o resumido, también se usa al escribir una novela; de hecho, al narrar una historia resulta fundamental saber equilibrar entre el mostrar y el contar.)

Para ver con más claridad cómo aplicar la técnica de mostrar en vez de contar, pondré algunos ejemplos. Imaginemos que a la hora de describir a mi personaje Fulanito digo de él que es pobre y feo, sin añadir nada más. Si hago tal cosa, no estaré mostrando, y la descripción no será adecuada. ¿Por qué? Porque esos dos adjetivos, pobre y feo, aunque todo el mundo los entiende, resultan demasiado generales y dan como resultado una descripción perezosa. En efecto, parece que el escritor no tiene muchas ganas de esforzarse en caracterizar bien a su personaje. La fealdad, por ejemplo, cada uno la puede entender de una manera. Algo parecido ocurre con la palabra «pobre»; si no añadimos nada más, resulta demasiado general, es casi una abstracción: si no soy más específico, cada lector imaginará a mi personaje con una pobreza diferente.

En cambio, estaré mostrando —y por lo tanto describiendo bien— si soy concreto y muestro la pobreza de mi personaje diciendo, por ejemplo, que sus zapatos tienen agujeros en la puntera, unos zapatos que además le quedan muy grandes porque los ha encontrado rebuscando en la basura, pues no tiene dinero para comprarse unos nuevos. Igualmente, lo estaré describiendo con más precisión si, en vez de decir que es feo, digo que tiene los dientes separados o la cara llena de granos.

Algo parecido ocurre cuando se trata de describir acciones. Si digo que mi personaje Fulanito, mientras hablaba por teléfono, estaba muy nervioso, se entiende lo que quiero decir, pero no se ve, no está muy claro cómo se manifiesta ese nerviosismo. Sin embargo, si digo, por ejemplo, que no paraba de rascarse la cabeza o que de tanto comerse las uñas se había hecho sangre, estaré haciendo más visual la escena y de ese modo la enriqueceré.

Pero ¿por qué debemos describir con imágenes concretas y no con términos generales? Por un lado, porque el ser humano es, ante todo, un ser visual: le resulta más sencillo comprender las cosas cuando las puede ver. Por otro lado, la ciencia ha demostrado que, cuando leemos, en nuestro cerebro se activan zonas semejantes a las que se activarían si estuviésemos viviendo esa experiencia realmente. Eso implica que, cuando el lector lee sobre nuestro protagonista, en cierto modo es como si se convirtiera en él. Por lo tanto, si deseamos que realmente se produzca esa transmutación, debemos ponérselo fácil y mostrarle con exactitud cómo es lo que deseamos que vea, pues de ese modo le estaremos ayudando a que recree en su cerebro la historia que está leyendo.

Esta es la regla principal que debemos cumplir a la hora de realizar una descripción. Si la respetamos, tendremos ya gran parte del trabajo hecho.

Con todo, si queremos dar un salto de calidad en nuestras descripciones, hay algunas cosas más que deberemos tener en cuenta… 

Segunda clave: describe detalles únicos y características diferenciadoras 

Cuanto más llamativo e insólito sea lo que describamos en nuestra novela, mas fácil será que se grabe en la mente del lector. Eso no significa que haya que exagerar o buscar elementos extrañísimos siempre. Lo que quiero decir es que si elegimos características normales del tipo «pelo moreno», «alto», «delgado», es muy probable que nuestro personaje sea poco vívido y en la mente del lector se proyecte como un don cualquiera; y no es eso lo que queremos, sino lo contrario, buscamos que nuestros personajes sean singulares. Un excelente ejemplo de singularidad es el detective Camille Verhoeven, protagonista de la novela Irène de Pierre Lemaitre. Leí la novela hace tiempo y no me gustó demasiado; de hecho, la historia que contaba la he olvidado por completo. Sin embargo, su protagonista se me quedó grabado para siempre. ¿Por qué? Por su bajísima estatura (1,45m), inusual y casi inconcebible para un detective de novela negra.

Tercera clave: elimina adjetivos innecesarios

En lo relativo al uso de adjetivos, sustantivos y otras palabras en las descripciones, siempre he considerado que menos es más, que lo importante no es la cantidad sino la calidad. «El adjetivo es la grasa del estilo», decía Víctor Hugo, y estoy bastante de acuerdo. Un poco de bacon está bien, puede alegrar unos huevos revueltos o una hamburguesa, pero ¿alguien come manteca de cerdo a cucharadas? Dejando a un lado la metáfora culinaria, creo que cuantos más adjetivos o sustantivos utilicemos, cuantas más características nombremos, más correremos el riesgo de sobrecargar de información al lector, que quizá acabe por no ver nada. Hace poco, leí en una novela: «En su expresión se podía ver una mezcla de bondad, ironía, lucidez, soberbia y humildad.» Bueno, supongo que el autor quería mostrar la confusión o las múltiples caras de su personaje, pero yo al menos, al leer esa frase, fui incapaz de imaginarme cómo era la expresión del rostro. Acumular adjetivos o sustantivos no significa describir mejor

Cuarta clave: evita los clichés

Para concluir, es importante señalar algo que no por ser evidente resulta menos importante: el escritor, cuando describe, debe evitar el uso de palabras, expresiones y metáforas que sean obvias o resulten manidas, pues no le dirán nada al lector (y si ese lector es un editor, no tardará demasiado en poner el manuscrito en la pila de rechazados). Por lo tanto, atención a los cabellos de oro, las bocas de fresa y las miradas interesantes. Del mismo modo, ojo con los personajes que sienten mariposas en el estómago, están con el alma en vilo o necesitan recargar las pilas. Las metáforas que utilicemos deben ser originales para que logren su objetivo de mostrar lo abstracto, lo que no es fácil de ver y lo mil veces ya nombrado. 

Conclusión 

Al escribir una novela, las descripciones juegan un papel muy importante, pues son esenciales para que se cree una conexión emocional con el lector. Aunque escribir una descripción plástica y evocadora no siempre es sencillo, si aplicamos las cuatro claves que hemos explorado en este artículo (mostrar en lugar de contar, describir detalles únicos, eliminar adjetivos innecesarios y evitar los clichés), nuestras descripciones serán más visuales, originales y atractivas, y de ese modo, además de enriquecer nuestra novela, dejaremos en la mente del lector una impresión única y perdurable.